El sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático son dos subdivisiones del sistema nervioso autónomo, que es la parte del sistema nervioso que controla las funciones automáticas e involuntarias del cuerpo. Estos dos sistemas trabajan en conjunto para mantener el equilibrio del organismo, regulando funciones como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión y la respuesta al estrés.
De un buen funcionamiento de ambos, dependerá de cómo el cuerpo procese y responda al trauma, y cómo la somática puede intervenir en dicho proceso.
Sistema Nervioso Simpático (SNS):
Función Principal: Prepara al cuerpo para hacer frente a situaciones de estrés o peligro, desencadenando respuestas de "lucha o huida".
Respuestas Típicas: Aumenta la frecuencia cardíaca, dilata las pupilas, inhibe la digestión, libera glucosa almacenada en el hígado para proporcionar energía rápida, y dirige el flujo sanguíneo hacia los músculos esqueléticos.
Relación con el Trauma: En situaciones traumáticas, la sobreactivación crónica del SNS puede llevar a síntomas como hipervigilancia, ansiedad y dificultades para relajarse.
Intervención Somática: Prácticas somáticas pueden ayudar a regular la activación del SNS, permitiendo la descarga de la energía acumulada y facilitando una respuesta más equilibrada al estrés y al trauma.
Sistema Nervioso Parasimpático (SNP):
Función Principal: Contrarresta las respuestas del sistema nervioso simpático, promoviendo la relajación y la conservación de energía.
Respuestas Típicas: Reduce la frecuencia cardíaca, constricte las pupilas, estimula la digestión y promueve la asimilación de nutrientes.
Relación con el Trauma: Las personas que han experimentado trauma a veces tienen dificultades para activar adecuadamente el SNP, lo que puede resultar en desregulación emocional, digestiva, problemas de sueño, ansiedad etc.
Intervención Somática: Prácticas como la meditación y la terapia somática pueden fomentar la activación del SNP, ayudando a restaurar el equilibrio y a reducir la reactividad ante estímulos traumáticos.
Interacción y Equilibrio: Ambos sistemas, simpático y parasimpático, trabajan en conjunto para mantener el equilibrio. En situaciones normales, hay un equilibrio dinámico entre estas dos subdivisiones del sistema nervioso autónomo. Cuando el sistema nervioso simpático se activa en respuesta a una amenaza percibida, el sistema nervioso parasimpático ayuda a restablecer la calma y devolver al cuerpo a un estado de equilibrio después de que la amenaza ha pasado.
Ejemplo Práctico: Imagina que estás caminando por el bosque y de repente te encuentras con un animal salvaje. Tu sistema nervioso simpático se activaría para preparar tu cuerpo para la "lucha o huida". La frecuencia cardíaca aumentaría, la respiración se aceleraría, y la energía se dirigiría hacia los músculos esqueléticos. Una vez que la amenaza ha pasado, el sistema nervioso parasimpático entraría en acción para devolver al cuerpo a su estado de reposo y recuperación, reduciendo la frecuencia cardíaca y restaurando las funciones normales de digestión.
Pero... si para tu cerebro (instintivo/emocional) el "animal salvaje" se vuelve todo aquello a tu alrededor, todos los fantasmas de tu pasado, todas las sensaciones incómodas que le recuerdan a tu cuerpo PELIGRO, entonces tu sistema nervioso entra en un estado de desregulación; destartalando a tu sistema nervioso, incluido el cerebro y todas sus funciones mentales.
En resumen, la comprensión de la interacción entre el sistema nervioso simpático, el sistema nervioso parasimpático, el trauma y las prácticas somáticas proporciona un enfoque holístico para abordar los efectos del trauma en el cuerpo y la mente, facilitando así el camino hacia la curación y el bienestar integral.
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